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La pintura de Alvaro Martínez se enmarca en la corriente del realismo, tanto así, que en ocasiones la tentación ha sido considerarlo como un exponente del hiperrealismo; sin embargo, a diferencia de lo que se privilegia en este último, el pintor aquí no le teme mostrar el rastro del pincel a quien se acerque a observar su obra, ya que su preocupación está puesta más en el tema que en la técnica.
Fiel al concepto del realismo, cualquier cosa es digna de pintarse, la figura humana, una tela sobre una roca, incluso el paisaje, que lo libera aun más del trabajo arduo de la técnica y la observación minuciosa.
No toma distancia de los objetos, si no que se acerca y juega con ellos, explorando sus múltiples posibilidades, ofreciéndole al observador una mirada de la realidad distinta a lo cotidiano. Esto le da licencia y le permite en algunas ocasiones intervenir la tela o agregar objetos a la misma.
En su trayectoria y desarrollo como artista ha habido una constante búsqueda, un deseo de participar, interactuar e intervenir en la realidad sobre la cual construye su obra, para dejar de ser un testigo pasivo de ella.
Fue en Alemania donde emerge el concepto de “Multirrealismo” para describir su obra, término con el cual este pintor latinoamericano se siente identificado, adoptándolo desde entonces como marco en el que se encuadra su arte.
